Si, esos pequeños seres vivos delicados y preciosos que revolotean con sus alitas...
En realidad son peligrosos para nuestras emociones, porque cuando aletéan en nuestro estómago
estas emociones ya no pueden frenarse.
Y además, no podemos hacer nada para evitarlo, se instalan y no obedecen a nuestro cerebro, son libres, igual que en la naturaleza, libres y bellas, por las sensaciones que producen.
En ocasiones, notamos que desaparecen, hay elementos como la rutina que se las llevan, o el desamor..., y las extrañamos, extrañamos ese aleteo intenso, tan solo por todo aquello que nos hizo sentir..., se extrañan las emociones, igual que si fuese un recuerdo, igual que un eco que necesitamos escuchar.
En ocasiones, esas mariposillas vienen a indicarnos que estamos vivos, que nuestro corazón vuelve a latir, si, realmente las mariposas son peligrosas..., tan peligrosas para el corazón como bellas, como bello es el amor cuando se siente...
Y es que esas mariposas no siempre aparecen, pero cuando lo hacen, lo hacen con tanta fuerza..., que en ocasiones ponen patas arriba nuestro mundo, lo ponen y de que manera, no te das cuenta de cuando se instalaron, o sí..., en el momento que viste aquellos ojos, aquella mirada, aquella alma que se veía a través de ellos..., y es que no entienden ni atienden a nuestro cerebro, simplemente aparecen y se quedan.
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